Día 3. Nueva York; Chinatown, Little Italy, Distrito Financiero y Brooklyn Bridge.

3 de Octubre de 2013 (Jueves)

Amanecimos por segundo día en la city con un nuevo objetivo por delante, coger el metro newyorkino por vez primera. El día anterior habíamos hecho toda la ruta a pie y no habíamos necesitado usar el transporte público en ningún momento. A dos calles del hotel teníamos una boca de metro de la línea 6 (la verde, en la 33st) que usamos continuamente durante el resto del viaje. NY es enorme y por mucho que caminéis (nosotros lo hicimos, y mucho) es completamente necesario usar el transporte público en algún momento. Nosotros compramos dos Metrocards que amortizamos sobradamente.

Y así, después de siete paradas de metro nos bajamos a primera hora de la mañana en Canal Street dispuestos a recorrer Chinatown y Little Italy.

Little Italy


Empezamos la ruta paseando por la pequeña Italia, que apenas ocupa una calle y cuya entrada principal está en el cruce entre Mulberry Street & Grand Street.



Los colores de las banderas italianas en balcones y edificios, y los restaurantes del país ocupan prácticamente la totalidad de la calle.





 

Y caminando casi sin darnos cuenta nos adentramos en Chinatown. Recorrimos Canal Street y Mott Street, las principales calles del barrio, entre los puestos de comida del mercado que esa mañana había instalado.



Generalmente no me suelen entusiasmar estos barrios cuando los visito. Ni el Chinatown de Londres ni el de San Francisco que parece ser el más auténtico me dejaron demasiada huella en otras ocasiones. Esta vez, sin embargo, al ir a primera hora de la mañana y coincidir con el mercado, los puestos de comida y productos orientales, los de pescado y especias, y los vecinos (chinos) comprando, camuflaban las tiendas de souvenirs y bazares y todo me dio la sensación de ser más auténtico que en otros viajes.

Mercado en Chinatown

Llegamos finalmente a Columbus Park, donde también pudimos ver alguna que otra imagen de lo más auténtica.



Desde allí comenzamos a bajar hacia el sur para dirigirnos al Distrito Financiero. Pasamos por delante del Ayuntamiento de la ciudad (City Hall) que solo pudimos ver y fotografiar de lejos y desde detrás de unas vallas.


 


Una de las visitas que más ganas tenía de ver en la zona del distrito financiero era la zona 0 y la llamada iglesia del milagro. St Paul’s Chapel quedó indemne tras el atentado del 11 S, y desde ese momento sirvió de lugar de homenaje a todos aquellos que perdieron la vida tras la caída de las Torres Gemelas.

El interior de la iglesia sobrecoge, debido a los muchos objetos conmemorativos depositados en honor a las víctimas, y el exterior es precioso, no solo por la iglesia en sí, sino por el lugar en el que se encuentra emplazada, entre enormes rascacielos en medio del distrito financiero.




Pasear por el cementerio aledaño y visitar el interior de la iglesia fue otro de esos momentos que, por algún motivo, se quedan marcados en el recuerdo.

Saint Paul's Chapel (Exterior)

Como también recordaremos la siguiente visita del día. Teníamos las entradas reservadas desde casa para visitar el Memorial del 11 S a las 13,30 h y puntuales llegamos a las taquillas. Las entradas para visitar la zona 0 son gratuitas, y comprándolas a través de internet solo hay que abonar 2 $ en concepto de reserva que merecen la pena con creces, ya que te permiten acceder directamente sin tener que hacer colas. Nosotros nos ahorramos más de media hora de espera por llevar la reserva hecha previamente.


La zona está obviamente toda en obras y con edificios en construcción y el museo no está terminado. Yo no tenía muy claro que me iba a encontrar allí exactamente, había leído algo sobre las “piscinas” que se habían proyectado pero no me imaginaba realmente lo que allí vimos. En el lugar donde se situaban cada una de las torres se han construido unas enormes cascadas del tamaño que ocupaba cada una de las torres (las llamadas piscinas), que vierten el agua hacia el interior de manera continúa, eterna… y donde se encuentran grabados los nombres de todas las víctimas que perdieron la vida aquel día. A parte de esto no hay mucho más para ver, salvo el árbol que quedó indemne y poco más, pero el lugar hay que visitarlo fundamentalmente por el valor simbólico de lo que allí te encuentras, que realmente sobrecoge…


  

Después de salir y comer algo rápido nos fuimos hacia la Trinity Church, una iglesia realmente preciosa que entramos a visitar con un pequeño cementerio aledaño (al igual que St Paul’s Chapel) por el que dimos un paseo y descansamos un rato antes de continuar el recorrido hacia el corazón del distrito financiero, Wall Street.


Y aunque no era la primera iglesia entre rascacielos que visitábamos, el pasear entre el silencioso cementerio de la iglesia en medio del caos de la ciudad aún me resultaba un contraste curioso.


 


Ya en Wall Street nos dirigimos hacia el corazón del distrito financiero para ver el Federal Hall Nacional Memorial, el primer Capitolio de USA, que nos encontramos cubierto parcialmente de andamios. Y justo a su lado, la Bolsa de Nueva York (The New York Stock Exchange), en la que yo esperaba encontrarme la gran bandera de USA presidiendo su fachada principal, pero no sé por que ese día no estaba. No tuvimos suerte y la verdad es que la imagen de la Bolsa sin la bandera desluce un poco.


La Bolsa de NY en Wall Stree

La visita al Financial District y Wall Street la terminamos en el Toro de la Nyse (Charging Bull) que representa la bonanza económica y la suerte financiera. Me resultó curioso que todas las aproximadamente 50 personas que había alrededor del toro haciendo cola para sacarse una foto cuando llegamos, lo estuviesen haciendo con la cara del toro en cuestión. Todos sabemos que no es precisamente esa la parte que hay que tocarle para que te traiga suerte en las finanzas… Nosotros, en la parte trasera de la escultura, en apenas dos minutos y sin esperar conseguimos nuestras fotos.

Charging Bull

Terminada la visita a la zona aún nos quedaba una de las cosas más importantes por hacer en el día y que no debe faltar en ningún viaje a la ciudad, cruzar el Puente de Brooklyn a pie y disfrutar de las vistas (el acceso al puente se encuentra junto al City Hall).


Algo más de media hora después (el tiempo que tardamos en cruzarlo incluyendo paradas a hacer fotos) estábamos en Brooklyn dispuestos a vivir otro atardecer para no olvidar. Pero antes paramos a hacer la famosa fotografía en la que el Empire State se asoma entre el Manhattan Bridge. El punto "aproximado” para ubicarlo en el mapa es el cruce entre Washington Street &  Water Street.

Empire State & Manhattan Bridge

Una vez en Brooklyn se puede elegir desde donde ver el atardecer, hay dos opciones. A la derecha del puente se encuentra la famosa playa de arena y también hay un muelle algo mas cerca del puente y a la izquierda hay un pequeño muelle desde donde también hay unas vistas preciosas, junto al famoso The River Café que tenía pinta de ser mucho más que caro. Nosotros teníamos la idea de hacer fotos desde ambos sitios. La playa es un lugar precioso y romántico para ver atardecer, y tiene muchísimo encanto, pero para tomar fotografías quizás está demasiado alejado y es mejor hacerlo desde el muelle que hay más próximo al puente, ya que la perspectiva es bastante mejor.

Y ese atardecer, se convirtió en tanto o más especial que el del día anterior…  




Vistas de Manhattan desde Brooklyn


Esto se convertiría en una constante a lo largo de los días siguientes, cada vez que veíamos anochecer en la ciudad desde un mirador distinto, la imagen se nos grababa para siempre.


Esa noche teníamos pensado cenar en el Café Wha, la verdad es que me hacía muchísima ilusión conocer este local por las buenas críticas que había leido y por la música en directo, pero estábamos muy cansados y la perspectiva de tener que bajarnos en el Village para ir al local se nos hizo cuesta arriba. Finalmente decidimos comprar algo de comida para llevar y cenar en la habitación del hotel, y dejar la cena en el Café Wha para otro día. Aunque al final en los días que estuvimos no encontramos la ocasión, y me queda la pena de no haber ido, pero nos queda pendiente para cuando volvamos a NY.



  
   
        
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