Ver Salzburgo en un día (I): Mirabell, Agustiner Brau y Monte Monchsberg.

Viernes 20 de Junio de 2014 (Tarde)

Después de haber pasado la mañana visitando el Campo de Concentración de Mauthaussen, llegábamos a Salzburgo un poco antes de las cuatro de la tarde con un cielo que ya no amenazaba lluvia. Teníamos unas cuantas horas de luz por delante para comenzar a recorrer la ciudad y decidimos hacerlo por uno de los lugares más cercanos a nuestro hotel, los Jardines del Palacio de Mirabell.


Palacio y Jardines de Mirabell

Solo por ver el edificio del Palacio la visita ya está justificada, aunque sin duda lo que realmente destaca de Mirabell son sus jardines, famosos por ser escenario de una de las películas austriacas más conocidas, Sonrisas y Lágrimas.

Jardines de Mirabell

Nosotros estuvimos un buen rato paseando por allí, pero lo que más nos gustó de esta visita fueron las vistas que desde los jardines se pueden observar de la fortaleza de Salzburgo, que preside la ciudad desde lo alto de una colina.

Fortaleza Hohensalzburg desde Mirabell

Cuando terminamos de visitar los jardines de Mirabell comenzamos a pasear junto al río Salzach. Habíamos decidido dejar la visita al casco antiguo para la mañana siguiente y aprovechar esta primera tarde para conocer los lugares algo más alejados y en este caso, nuestro paseo nos llevaba a uno de los lugares más desconocidos de la ciudad, la cervecería Agustiner Brau, situada en una antigua Abadía. 

Antes de llegar cruzamos el río Salzach por el puente Müllner Steg y aprovechamos para hacer algunas fotografías.

Vistas de Salzburgo desde el Puente Müllner Steg

La cervecería Augustiner Brau se encuentra en un lugar escondido y algo alejado del centro histórico, al que es difícil llegar si no se conoce de antemano, pero el paseo hasta allí es precioso y la visita merece mucho la pena.

Antes del viaje leí que era bastante difícil encontrar el acceso y sin duda es cierto. Para cualquiera que no vaya informado previamente de este lugar le resultará totalmente imposible llegar hasta él. Subimos unas escaleras desde la orilla del río hacia la Abadía, y al llegar entramos por una pequeña puerta en la que no había ninguna indicación que nos hiciese sospechar que el camino que habíamos decidido tomar fuese el adecuado. Seguimos nuestra intuición, caminamos por los pasillos de la Abadía y descendimos unas escaleras y fue entonces, una vez abajo y tras abrir una puerta de madera, cuando comenzamos a escuchar el murmullo lejano de cientos de personas.

Cervecería Augustiner Brau

El local estaba a rebosar de gente que se sentaba en mesas corridas, en un pasillo varios puestos de comida vendían productos típicos bávaros, y la gente compraba comida para acompañar la consumición estrella del lugar, la cerveza.

Puestos de comida en Augustiner

Grandes jarras se apilaban en una estantería, de donde había que cogerlas y aclararlas en una fuente antes de que te sirviesen la consumición y esto la verdad es que me pareció muy poco higiénico.



Nosotros estuvimos casi una hora allí y nos pareció un sitio muy curioso la verdad, un lugar especial y diferente, donde en su mayoría acude gente local y que merece la pena visitar. Después de descansar un buen rato en la cervecería salimos de nuevo a la calle para acercarnos a ver atardecer sobre Salzburgo desde el Mirador del Monte Monchsberg. Para llegar, continuamos paseando junto al río hasta llegar al número 13 de Gstättengasse, donde se encuentran los ascensores a través de los que se accede a él.

Poco puedo decir de las vistas que hay de la ciudad desde este lugar porque creo que las imágenes lo dicen todo.

Vistas desde el Mirador del Monte Monchsberg

Al día siguiente visitaríamos la Fortaleza Hohensalzburg y comprobaríamos que las vistas, aunque son también preciosas, no se pueden comparar con las de este lugar.

Pasamos un buen rato viendo atardecer sobre Salzburgo y disfrutando de una primera panorámica general de la ciudad, una ciudad que visitaríamos más en profundidad al día siguiente pero que en tan sólo una tarde ya había superado todas las expectativas que teníamos.

Vistas desde el Mirador del Monte Monchsberg

En el mirador descubrimos también un restaurante más que recomendable (Restaurante Monchsberg 32) en el que decidimos cenar esa misma noche con las vistas de la ciudad iluminada y probamos por primera vez en el viaje unas porciones de la famosa tarta Sacher.

Tarta Sacher

De regreso al hotel cruzamos de nuevo el río por el puente Müllner Steg por el que habíamos pasado esa misma tarde y regresamos paseando junto al Salzach viendo las luces del casco histórico.




  
   
        
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