Islandia (Día 5): Lagunas glaciares, Granja Lnupsstadur y Skatfatell (o casi)

Martes 11 de Octubre de 2016

Cuando me levanté ese día y miré por la ventana, no pude encontrarme un panorama peor. La lluvia no dejaba de caer, el cielo estaba completamente gris y no parecía tener previsión de mejorar.

A pesar de eso, dos horas antes, el tiempo era mucho mejor y Miguel Ángel había decidido levantarse al amanecer, y acercarse hasta la laguna de Jökursarlon para realizar algunas fotografías con las primeras luces de la mañana.


Jökursarlon al amanecer

Mientras desayunábamos repasábamos el planing del día, las visitas que nos habían quedado pendientes la tarde anterior y el orden en el que pensábamos realizarlas. 

El planing inicial era pasar la mañana visitando el Parque Nacional de Skaftafell, situado a menos de treinta minutos de nuestro alojamiento pero desandando el trayecto que realizamos el día anterior, y desde donde queríamos realizar un trail que nos llevaría a visitar una de las cataratas mas famosas de Islandia; Svartifoss. En el camino, pararíamos en el pequeño pueblo de Hof para visitar su curiosa iglesia con tejado de turba. Además, con tiempo suficiente, intentaríamos retroceder 34 kilómetros más para llegar a las granjas de Lnupsstadur, que quedaron pendientes un día antes.

Por la tarde comenzaríamos de nuevo la ruta hacia el este, parando en las lagunas glaciares de Fjallsárlón y Jökursarlon, antes de llegar a nuestro alojamiento de esa noche en Stafafell Cottages. Unos 250 kilómetros en total entre idas y vueltas que como siempre nos ocuparon mas tiempo del planeado y nos hicieron llegar, ya de noche cerrada, a la cabaña donde nos alojaríamos.

Realmente lo que retrasó la ruta del día fue el diluvio de esa mañana que hizo que tardásemos un buen rato en decidir dejar el hotel. No parábamos de pensar que bajo esa lluvia poco podríamos ver, y esperábamos y esperábamos con la esperanza de que escampase un poco. Pero no lo hizo, y casi a las diez de la mañana dejamos el Fosshotel Glacier Lagoon para ir al vecino y pequeño pueblo de Hof donde visitaríamos su iglesia.


Hofskirkja

En menos de diez minutos estábamos junto a la Hofskirkja, la primera iglesia con tejado de turba que visitábamos en Islandia. Un sitio precioso rodeado de un pequeño cementerio con tumbas cubiertas por hierba de un intenso color verde.


Hofskirkja

Como la lluvia no dejaba de caer aún a esas horas de la mañana, desde Hof decidimos seguir deshaciendo la ruta que habíamos realizado el día anterior, saltándonos el desvío al Parque Nacional de Skaftafell, para visitar primero la granja de Lnupsstadur. 

Había leído que hacía unos años que Lnupsstadur no se podía visitar, que había una verja que cerraba el paso y que solo era posible realizar algunas fotografías a muchos metros de distancia, desde la carretera. Casi nada era verdad.


 Lnupsstadur

Realmente en el acceso a Lnupsstadur había una pequeña verja que se podía abrir con toda facilidad, y caminando por un sendero bajo la lluvia durante unos diez minutos llegamos a la granja y a la pequeña iglesia (también con tejado de turba) que forman el conjunto de Lnupsstadur. 


 Lnupsstadur

E incluso en el tiempo que estuvimos allí, pudimos visitar el interior de la iglesia y ver un par de granjas con sus aperos de labranza.

Desde Lnupsstadur solo nos quedaba volver a la Ring Road a comenzar a circular de nuevo hacia el este, hasta el Parque Nacional de Skaftafell, cuya visita ya no podíamos retrasar mas. Llevábamos toda la mañana bajo la lluvia, secándonos cada vez que volvíamos al coche con un par de toallas de microfibra que habíamos comprado antes de viajar y que nos sacaron de mas de un apuro durante la ruta, y sabíamos que esas condiciones no eran las mejores para visitar Svartifoss.

Svartifoss, la llamada cascada negra, está rodeada de columnas basálticas y es el principal punto turístico del Parque Nacional de Skaftafell. Para llegar a ella es necesario hacerlo a pie, recorriendo un sendero con fuerte pendiente que supone caminar un total de cuatro kilómetros partiendo del centro de visitantes del Parque Nacional. 

Es de imaginar que caminar cuatro kilómetros bajo una lluvia intensa y sin la ropa adecuada no terminaba de motivarnos.  Aún así, mientras llegábamos al centro de visitantes de Skaftafell por la carretera 998, tratábamos de animarnos mutuamente, diciéndonos a nosotros mismos que era una oportunidad única y que quizás, nunca más volviésemos a tener la ocasión de llegar hasta allí.

Aunque todo cambió al entrar a pedir información y descubrir que, el sendero de 2 km (4 en total entre ida y vuelta), se encontraba cortado por obras durante un largo tramo, y nos obligaba a tomar un desvío que nos supondría caminar alrededor de 7 kilómetros para llegar a Svartifoss. En ese momento, decidimos por completo descartarlo del planing. Svartifoss, junto con el avión siniestrado de Sólheimasandur, quedarían emplazados para un segundo viaje a Islandia.

Tomamos un par de chocolates calientes en la cafetería de Skaftafell mientras nos lamentábamos de nuestra mala suerte, y comenzábamos a planear nuestra ruta hacia las lagunas glaciares de Fjallsárlón y Jökursarlon.

Cuando vi por primera vez Fjallsárlón, el lugar no pudo impresionarme más. A pesar de que Miguel Ángel ya lo había visitado esa misma mañana al amanecer y que no paraba de comentarme lo increíble que era, yo tenía que verlo con mis propios ojos...


Fjallsárlón

Y me pasé los siguientes minutos embobada mirando los enormes glaciares flotando a solo unos metros de la orilla, tan cerca de nosotros...


Fjallsárlón es una laguna de mucho menor tamaño que Jökursarlon y sin salida al mar. Es mucho menos famosa que la segunda y por eso seguramente allí había mucha menos gente.  Y la gente que estaba, miraba Fjallsárlón desde la distancia, sin recorrer los 500 metros que les separaban de la orilla de la laguna, desde donde nosotros disfrutábamos completamente solos. 

Jökursarlon, mucho mas grande y concurrida, fue uno de los lugares mas espectaculares de cuantos visitamos en este viaje. Uno de esos destinos a los que quieres regresar una vez tras otra, donde no te importaría pasar horas y horas simplemente observando, disfrutando del momento...


Jökursarlon


Y viendo como los glaciares de la laguna desembocaban en las aguas del mar, y se alejaban en la distancia del océano...



La laguna del glaciar Vatnajökull fue un lugar especial para nosotros, a pesar de que no la disfrutamos en las mejores condiciones y de que la lluvia y las nubes no nos permitieron ver el entorno en su mejor momento.

Esa tarde hubiésemos dado cualquier cosa para volver meses atrás y poder añadir una noche mas al planing en esa misma zona, para tener una segunda oportunidad de ver Jökursarlon de nuevo, con Sol, con luz.. pero ya no era posible y solo nos quedaba continuar la ruta hacia el alojamiento de esa noche.

Nos quedaban cien kilómetros para llegar a nuestra cabaña, casi 80 para alcanzar la ciudad de Hofn, donde paramos ya de noche a repostar y a hacer algunas compras en un supermercado que nos sirvieron para cenar esa noche en nuestro alojamiento.

Nuestra llegada a Stafafell Cottages pareció sacada de una típica película de terror. De noche cerrada y bajo una lluvia que no dejaba de caer llegamos a un edificio que parecía ser la "recepción" del alojamiento, que estaba casi destruido y en el que únicamente encontramos un papel colgado con un teléfono al que llamar para contactar con el propietario.

Recepción de Stafafell Cottages (a la mañana siguiente...)

Cuando vimos llegar al dueño conduciendo una camioneta, y vestido como si acabase de haber cometido un crimen, tuvimos ganas de salir corriendo.

Nos invitó a seguirle hasta "su casa", donde decía que haríamos el pago de la noche que habíamos reservado. Así que, sin mucha alternativa y ya de noche cerrada, comenzamos a conducir detrás de su camioneta, por caminos de tierra, hasta una casa que no parecía estar en mejor estado que la anterior. 

Realmente estábamos bastante asustados, porque no había nadie en kilómetros a la redonda, porque estábamos solos en medio de la nada, porque aún no habíamos visto ni una sola de las cabañas que habíamos reservado y ni si quiera veíamos por donde conducíamos siguiendo a un completo extraño con un aspecto mas que aterrador. 

Miguel Ángel entró dentro  mientras yo me quedaba fuera, al volante del coche y con el número de emergencias marcado en el móvil... 

Stafafell Cottage ( a la mañana siguiente...)

Ahora nos reímos recordándolo pero pasamos un momento de mucha tensión y una noche nada buena. El que yo pensaba que era un alojamiento de varias cottages resultaron ser dos únicas cabañas en medio de la nada que, para ser sinceros, por dentro no estaban del todo mal.


Stafafell Cottage ( a la mañana siguiente...)

Quizás si hubiésemos llegado de día nuestra opinión hubiese sido otra, pero después de ese primer contacto con el lugar cambiar nuestra primera impresión iba a ser difícil.

Cuando esa noche despedimos al propietario y vimos su camioneta alejándose en la distancia, respiramos aliviados, preparamos la cena y nos fuimos a tratar de descansar esperando que a la mañana siguiente la lluvia nos diese una tregua por fin. 

RUTA DEL DÍA 5:




  
   
        
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