Jueves 19 de Junio de 2014 (Mañana)
Nunca antes habíamos visitado un
campo de concentración y la sensación que teníamos en el coche en los apenas
trece kilómetros que separan Múnich del pueblo de Dachau no era del todo
agradable.
Realmente, y a pesar de lo mucho que habíamos leído sobre los campos de concentración de la época nazi no íbamos preparados para lo que nos íbamos a encontrar esa mañana en Dachau. Una visita que nos revolvió por dentro, pero que nos acercó más a una parte de la historia de Europa, una historia que a muchos les parece ya muy lejana pero desde la cual sólo han transcurrido poco mas de setenta años.
Llegamos al centro de visitantes de Dachau a primera hora de la mañana dispuestos a recorrer sus instalaciones casi en completo silencio, acompañados tan sólo por la narración que en la audioguía escuchábamos al mismo tiempo que recorríamos cada una de las estancias del lugar. Miguel Ángel y yo apenas hablamos entre nosotros en las casi cuatro horas que estuvimos allí, y cuando lo hacíamos era para comentar con horror los datos que escuchábamos y que casi no podíamos llegar a asumir.
Dachau llegó a albergar a más de doscientos mil prisioneros de más de treinta países diferentes en sus años de existencia, y durante un tiempo, además de ser un campo de concentración nazi se convirtió también en un campo de exterminio.
Estos barracones eran casi
idénticos salvo dos de ellos, el destinado a albergar a los prisioneros de diferentes órdenes religiosas y el llamado “burdel” por los soldados de las S.S. En este último, las mujeres jóvenes
y sanas eran separadas de sus maridos y obligadas a ejercer la prostitución,
los hombres eran obligados también a su vez a acudir al menos una vez cada
cierto tiempo al burdel para tener sexo con las prisioneras.
Antes de llegar a los crematorios, la parte aún más dura si cabe de la visita, paseamos por los Monumentos Religiosos (capillas y memoriales) erigidos en el campo después de su liberación.
No sé si he sido capaz de
transmitir lo que allí vivimos, el horror que nos produjo la visita, las veces que tuvimos que mirar por un momento hacia otro lado y respirar para poder soportarlo y, sin
embargo, lo importante que nos parece visitar este tipo de lugares en los
viajes. Viajar a veces no es sólo disfrutar con los lugares que se conocen,
también es tratar de conocer la historia de los países que se visitan aunque,
como en este caso, resulte extremadamente dura.
No fue una mañana agradable y después de la visita pensamos que no volveríamos a tener una sensación igual en lo que quedaba de ruta, pero al día siguiente en Mauthaussen se me saltaron las lágrimas.
Terminamos la mañana comiendo unos bocadillos en la misma cafetería del centro de visitantes y nos pusimos de nuevo en camino hacia Prien am Chiemsee, desde donde esa misma tarde cogeríamos un barco para visitar el último de los castillos del Rey Loco (Herrenchiemsee) antes de llegar a la preciosa ciudad de Salzburgo.
"Porque aquel que no conoce la historia, está condenado a repetirla."
Realmente, y a pesar de lo mucho que habíamos leído sobre los campos de concentración de la época nazi no íbamos preparados para lo que nos íbamos a encontrar esa mañana en Dachau. Una visita que nos revolvió por dentro, pero que nos acercó más a una parte de la historia de Europa, una historia que a muchos les parece ya muy lejana pero desde la cual sólo han transcurrido poco mas de setenta años.
Parece mentira que, hace tan poco
tiempo, el ser humano fuese capaz de cometer semejante acto de maldad.
Llegamos al centro de visitantes de Dachau a primera hora de la mañana dispuestos a recorrer sus instalaciones casi en completo silencio, acompañados tan sólo por la narración que en la audioguía escuchábamos al mismo tiempo que recorríamos cada una de las estancias del lugar. Miguel Ángel y yo apenas hablamos entre nosotros en las casi cuatro horas que estuvimos allí, y cuando lo hacíamos era para comentar con horror los datos que escuchábamos y que casi no podíamos llegar a asumir.
Dachau llegó a albergar a más de doscientos mil prisioneros de más de treinta países diferentes en sus años de existencia, y durante un tiempo, además de ser un campo de concentración nazi se convirtió también en un campo de exterminio.
“Arbeit Macht Frei” o lo que es
lo mismo, “El trabajo os hará libres”, es la frase que encontramos en la verja de
entrada del acceso a Dachau. Una frase con la que los presos se despedían de su
libertad para internarse en el horror.
Tras cruzar el acceso a Dachau recorrimos algunas dependencias del Campo, como la sala de admisión donde los prisioneros eran clasificados a su llegada hasta llegar al búnker, donde nos encontramos con uno de los relatos que mas difícil nos fue escuchar. Dachau fue un campo en el que se realizaron toda clase de experimentos a los reclusos y era en este edificio donde los médicos nazis experimentaban con ellos. Pruebas inimaginables en las que trataban de poner al límite la resistencia del ser humano o experimentos con gemelos eran algunas de las torturas que ocurrían en este lugar. También aquí eran trasladados los enfermos terminales en sus últimos días de vida.
Tras cruzar el acceso a Dachau recorrimos algunas dependencias del Campo, como la sala de admisión donde los prisioneros eran clasificados a su llegada hasta llegar al búnker, donde nos encontramos con uno de los relatos que mas difícil nos fue escuchar. Dachau fue un campo en el que se realizaron toda clase de experimentos a los reclusos y era en este edificio donde los médicos nazis experimentaban con ellos. Pruebas inimaginables en las que trataban de poner al límite la resistencia del ser humano o experimentos con gemelos eran algunas de las torturas que ocurrían en este lugar. También aquí eran trasladados los enfermos terminales en sus últimos días de vida.
Cuando llegamos a los barracones en los que “vivían” y dormían los prisioneros, la visita comenzó a hacerse más y más difícil. Los camastros de madera, los “colchones” de paja, los baños, todo lo veíamos con horror y yo no dejaba de pensar en la capacidad del ser humano de adaptarse al sufrimiento.
Antes de llegar a los crematorios, la parte aún más dura si cabe de la visita, paseamos por los Monumentos Religiosos (capillas y memoriales) erigidos en el campo después de su liberación.
La visita a los hornos crematorios
puso final a este recorrido de terror por Dachau. Nunca antes habíamos estado
en un lugar así y por mucho que lo hubiésemos visto en televisión la
sensación que tuvimos en esos momentos junto a las “duchas” de gas y a los
hornos crematorios me resulta difícil de
explicar con palabras.
En 1945 las tropas
norteamericanas liberaron el Campo de Concentración de Dachau, donde se estima
que tras el holocausto nazi fallecieron mas de 40.000 prisioneros aunque las
cifras oficiales son menores.
Dachau abre todos los días desde
las 9,00 a las 17,00 h. y la entrada es gratuita, pero el alquiler de la
audioguía, indispensable en mi opinión, tiene un coste de 3,50 €. No dejéis de
visitar Dachau mientras escucháis las explicaciones, porque es la única forma
de conocer realmente el significado de la historia del lugar, aunque a veces
nos resulte inimaginable.
No fue una mañana agradable y después de la visita pensamos que no volveríamos a tener una sensación igual en lo que quedaba de ruta, pero al día siguiente en Mauthaussen se me saltaron las lágrimas.
Terminamos la mañana comiendo unos bocadillos en la misma cafetería del centro de visitantes y nos pusimos de nuevo en camino hacia Prien am Chiemsee, desde donde esa misma tarde cogeríamos un barco para visitar el último de los castillos del Rey Loco (Herrenchiemsee) antes de llegar a la preciosa ciudad de Salzburgo.
PUEDES LEER EL RELATO COMPLETO DEL VIAJE:
- Previo
- Itinerario y Preparativos
- Día 1: Mala experiencia con FireFly
- Día 2: Oberammergau, Abadía de Ettal y Wieskirche
- Día 3 (Mañana): Fussen y Castillo de Neuschwanstein
- Día 3 (Tarde): Palacio de Linderhof y noche en el Castillo de Colmberg
- Día 4: Por la Ruta Romántica: Rothenburg ob der Tauber, Dinkelsbühl y Nördlingen
- Día 5: Múnich (I): Marienplatz y alrededores
- Día 5: Múnich (II): La Residenz y algunas cervecerías
- Día 6 (Mañana): Campo de concentración de Dachau
- Día 6 (Tarde): Palacio de Herremchiemsee
- Día 7 (Mañana): Campo de concentración de Mauthausen
- Día 7 (Tarde): Salzburgo (I): Mirabell, Augustiner y Monchsberg
- Día 8 (Mañana): Salzburgo (II): Catedral, Catacumbas y Hohensalzburg
- Día 8 (Tarde): Hallstatt, el pueblo más bonito a orillas de un lago.
- Día 9 (Mañana): En ruta por el Tirol (I): El Museo de las Granjas de Kramsach
- Día 9 (Tarde): En ruta por el Tirol (II): Alpbach y el Valle de Stubai
- Alojamiento: Hoteles en Alemania y Austria
- Donde comer (y beber) en Munich
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