Mala Experiencia en el Hotel Campanile Carcassonne Est – La Cité.


Del 25 al 27 de Diciembre de 2015

No teníamos para nada planeada la visita a Carcassonne para este año, y muchos menos para el día de Navidad, pero un par de días antes de salir de viaje sentimos la necesidad de escaparnos unos días. Habíamos tenido que retrasar una escapada a Budapest que teníamos prevista para la primera semana de Diciembre por motivos que no vienen al caso, y yo solo pensaba que ese año me iba a quedar sin ver esos mercados navideños de Europa que habíamos descubierto el año anterior en la Alsacia y que tanto me gustaron. Así que empecé a mirar destinos que nos permitiesen llegar por carretera, en nuestro coche, y que no hubiésemos visitado anteriormente. La lista para ser sinceros no era demasiado larga y pronto decidimos que pasaríamos dos noches en la ciudad medieval de Carcassonne.


Noche en Carcassonne

Los preparativos se redujeron a buscar un hotel con parking propio que no se disparase demasiado de precio, y dimos con el Campanile Carcassone Est – La Cité, que reservamos por dos noches (del 25 al 27 de Diciembre) por 124 € a través de Booking.

Habíamos usado ya en varias ocasiones hoteles de la cadena Campanile. En nuestro viaje de 2010 por Francia en coche habíamos pasado una noche en un Campanile en Hendaya, y en el viaje que hicimos al año siguiente cuando recorrimos Italia en coche, dormimos en un hotel de la misma cadena en Montpellier. En ninguno de los dos casos tuvimos problemas, las habitaciones era cómodas, limpias, grandes e impersonales, como todos los hoteles que pertenecen a cadenas de este tipo; Campanile, Ibis, etc.

Tampoco esperábamos demasiado del hotel, sabíamos que estaba situado en un polígono industrial pero nos importaba más bien poco, pues pensábamos acercarnos en coche al centro de la ciudad. 

Y todo pintaba bien hasta que dimos con la recepcionista más lista del país.

Cuando llegamos el día de Navidad ya de noche a Carcassonne nuestro principal problema era buscar un sitio para cenar. Dado el día que era encontrar algo abierto se hacía bastante difícil y ya de hecho, en carretera, apenas encontramos estaciones de servicio funcionando donde parar a tomar algo.

Había leído que había un McDonalds al lado del hotel que podría ser nuestra salvación pero que obviamente encontramos cerrado. Así que tuvimos que conformarnos con cenar en el Bufé del mismo hotel, a pesar de que el aspecto que tenía la comida no nos gustó nada de nada (incluso encontré algún bichito caminando sobre las lonchas del jamón).

Dados los precios, elegimos un bufé básico que constaba de entrantes y postres. Los entrantes eran bandejas de tomates, pepino, aceitunas, zanahorias y demás alimentos con los que únicamente podías elaborar ensaladas, además de un par de bandejas de fiambre y un único plato caliente (un caldo). Por ese bufé, es decir, una ensalada de toda la vida y un cuenco de sopa nos cobraron 16 € por persona bebidas a parte. Un robo.


Campanile Carcassonne Est - La Cité

Me pareció extraño que cuando pedimos la cuenta al camarero nos dijesen que nos la cargaban a la habitación y no nos entregasen ningún ticket donde firmar como ocurre siempre en cualquier restaurante de Hotel, pero no le dimos demasiada importancia. Más tarde descubrimos el por qué.

Ese mismo día antes de cenar, mientras hacíamos el check in en el hotel, la recepcionista nos preguntó en dos ocasiones si íbamos a tomar el desayuno durante la estancia (con un sobre coste de 10 € por persona) a lo que le dijimos que no. Y nos insistió en que nos agradecería que hiciésemos el check out la noche del día 26 en lugar de la mañana del 27 que era cuando realmente debíamos abandonar la habitación, con el fin, nos dijo, de agilizar la salida.

Ya nos extrañamos en ese momento y realmente no pensábamos hacerle caso y adelantar el check out. Pero la noche del día siguiente, al regresar a la habitación, pasamos por el mostrador para comprar un botellín de agua y estando allí decidimos hacer la salida. Entonces nos dimos cuenta del por qué de tanta insistencia.

La “simpática” recepcionista nos volvió a preguntar si habíamos tomado el desayuno y si la mañana del siguiente día teníamos intención de tomarlo, a lo que le volvimos a contestar que no.

Entonces nos pidió 195 € por el total estancia. Le contesté que era imposible que la factura ascendiese a ese precio pues la reserva era de 124 € por dos noches más tasas.

Le pedí que me desglosase los precios y me dijo (sin casi mírame a la cara y de muy malos modos) que el restante era por la cena que habíamos tomado la noche anterior.

Entonces le volví a contestar que cada bufé tenía un precio 16 € mientras le pedía por segunda vez la factura. Ella continuó negándose a dármela diciéndome que las bebidas no estaban incluidas en el precio de la cena.

Le dije que mucho tenían que costar dos refrescos (que fue lo que tomamos) para que me solicitase más de 30 € por ellos, y le volví a exigir por tercera vez una factura con el desglose de los precios.

Entonces, misteriosamente y viendo que no conseguía hacer lo que se proponía, nos dijo que nos había añadido varios desayunos extras al precio total (después de habernos preguntado en dos ocasiones y haberle indicado que NO los habíamos tomado ni teníamos intención de hacerlo) y que nos los descontaba del precio final. Y ni tan si quiera se disculpó con nosotros.

En ese momento por fin apareció la factura con el desglose de precios. Me sentí realmente estafada porque, aunque no lo consiguió, trataba de engañarnos sin ninguna duda. No sé hasta qué punto lo que ocurrió fue culpa de una recepcionista con demasiada cara dura que quería ganarse un sobre sueldo a costa de algunos clientes que llegasen un tanto despistados, o realmente es una política del hotel que obliga a realizar este tipo de actos a sus empleados. 

Nunca nos había pasado nada parecido en ningún alojamiento de los que hemos estado (y han sido unos cuantos) y desde entonces ando con mucho más cuidado con los precios del que ya tenía antes.

Nuestra experiencia con esta “lista” fue lo único negativo de nuestra visita a Carcassonne. Los momentos buenos (que fueron muchos) los contaré en el próximo post.   


  
   
        
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