Lisboa (III): Belem.

Sábado 26 de Marzo de 2016 (Tarde)

Habíamos terminado la mañana comiendo en un Mc Donalds de la Plaza del Rossio mientras esperábamos sin suerte a que dejase de llover. Queríamos dedicar la tarde a pasear por Belem, a recordar uno de los barrios que más nos había gustado en nuestra primera visita a la ciudad, y a intentar ver el atardecer junto a la Torre de Belem. Pero llegar hasta allí a pie se presentaba complicado así que decidimos ahorrar tiempo y coger un taxi que en 5 minutos nos dejó frente a la puerta del Monasterio de los Jerónimos.


Claustro del Monasterio de los Jerónimos

Cuando preparé el viaje no teníamos nada claro si volver a pagar la entrada de 10 € para visitarlo. Ya lo habíamos hecho en 2008 y lo recordaba bastante bien pero una vez allí, mientras diluviaba sobre Lisboa, poca cosa más podíamos hacer y decidimos entrar.


Claustro del Monasterio de los Jerónimos

Dedicamos un par de horas a conocer el Monasterio al completo, comenzando la ruta por la Iglesia donde se encuentran las tumbas del navegante Vasco de Gama y del poeta Luis Camoes.


Interior de la Iglesia en el Monasterio de los Jerónimos

Aunque lo que más recordaba de mi primera visita era el precioso claustro que recorrimos al completo mientras entrábamos a varias salas con diferentes exposiciones, y desde donde también se tiene acceso a la parte superior de la Iglesia, con unas vistas perfectas de la nave central.



Cuando salimos aún no había dejado de llover y no sabíamos muy bien que hacer así que decidimos entrar en un museo que para nada habíamos planificado, que en nuestra primera visita a la ciudad aún ni existía y que, de haber hecho buen tiempo, hubiésemos obviado; el Museo de los Carruajes (Museu Nacional dos Coches).




La verdad es que el rato que pasamos allí (y los 6 € que nos costó la entrada por persona) nos sirvieron para descansar un rato y protegernos del diluvio que caía fuera porque la visita no nos interesó demasiado, más allá de poder contemplar una colección enorme de carruajes antiguos.


Museo de los Carruajes

Antes de la visita al Museo de los Carruajes, en el camino que hicimos para llegar hasta allí desde el Monasterio, pasamos por uno de los lugares más conocidos de Belem, la Pastelería de Belem, donde es posible probar los mejores (dicen) dulces de Portugal. Nosotros ya habíamos probado estos pasteles en otros viajes anteriores, aunque nunca en esta pastelería, y llevábamos idea de parar a tomar un café y a comprar algunos para llevar, hasta que al llegar a la entrada nos encontramos una cola que casi daba la vuelta a la manzana. Ni que decir tiene que decidimos no perder el tiempo y acabamos entrando en el Starbucks que hay justo al lado de la conocida pastelería y que, por suerte, estaba completamente vacío.   

Justo frente al Museo de los Carruajes, en la orilla del Tajo y con el Puente 25 de Abril de fondo, nos encontramos con uno de los Monumentos más importantes de Belem, el Monumento a los Descubridores.

En la parte más alta se encuentra un mirador al que nosotros no subimos. Era ya bastante tarde cuando llegamos a esta zona y nos conformamos solo con pasear por allí y fotografiar el Monumento desde todos los ángulos posibles.


Monumento a los Descubridores

Por suerte en esos momentos, mientras se acercaba ya la puesta de Sol y nosotros paseábamos junto al Tajo en dirección a la Torre de Belem para ver atardecer, dejó por completo de llover.

Visitar la Torre de Belem es imprescindible en una primera visita a la ciudad. Nosotros no tuvimos prisa por llegar porque ya en 2008 ya entramos y no teníamos planeado volver a hacerlo. Aún recordaba la visita a cada uno de los pisos, a la terraza que hay en la parte superior y a los fosos. Pero lo que más recordaba de esa primera visita era el agobio que pasamos en la escalera de caracol por la que suben y bajan los visitantes, y por donde, en plena Semana Santa y con la torre a rebosar de turistas, apenas podíamos pasar.

Aun así, lo mejor de la torre es ver desde el exterior el lugar donde está emplazada, en la orilla del Tajo, casi en la desembocadura, lugar desde el cual sirvió de construcción defensiva primero, y de faro más tarde.


Torre de Belem

Las mejores fotos del día fueron aquí, al atardecer…

Esa noche compramos comida para llevar y cenamos en el apartamento. Al día siguiente nos íbamos de Lisboa pero antes nos quedaba por descubrir la gran sorpresa del viaje, el Palacio de Queluz. Un lugar del que no esperábamos demasiado y que nos dejó uno de los mejores recuerdos de la ciudad.


  
   
        
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