Sábado 20 de Abril de 2019
Nos esperaba un día de traslados,
un día en el que íbamos a recorrer la distancia que nos separaba desde
Gruyeres, el pueblo en el que habíamos pasado la tarde anterior, hasta
Winderswil, la localidad en la que pasaríamos las últimas tres noches de viaje.
Un trayecto de unos 120 km que sin paradas nos hubiese llevado apenas dos
horas, pero al que dedicamos el día completo.
La idea era aprovechar esta
jornada de transición para visitar algunos de los puntos de interés más
importantes del Lago Thun. No fue fácil elegir, pues en Suiza hay tantas
visitas posibles como viajeros diferentes, y después de pensarlo decidimos
recorrer en este día el lago por su costa norte y visitar el castillo de
Oberhofen, las cuevas de St Beatus y la localidad que da nombre al lago, Thun.
A Thun llegamos a media mañana de
un día precioso del mes de Abril, y este pueblo medieval nos recibió con sus
calles llenas de gente, con mercados en sus plazas y terrazas a rebosar.
Nuestra ruta comenzó casi sin
pensarlo por la Plaza del Ayuntamiento, donde nos encontramos un mercado muy
animado a esas horas de la mañana y repleto de puestos de fruta y verdura…
Plaza de Ayuntamiento |
Contemplando los edificios de la
plaza, sus bonitas fachadas y la panorámica del Castillo que se alza a tan solo
unos metros comenzamos a caminar por una de las principales calles de Thun, Hauptgasse, que
desde la Plaza del Ayuntamiento nos acercó a la orilla del río recorriendo
parte del casco antiguo de la localidad.
La zona del río estaba a esas horas repleta de terrazas llenas de gente y el ambiente no podía ser mejor, aunque para ser sinceros, lo cierto es que jamás esperábamos encontrarnos con días de más de veinte grados en este viaje a Suiza en pleno mes de Abril.
El tiempo invitaba a pasear y no
había mejor zona que hacerlo que junto al río Aar.
Puentes del Río Aar |
La idea era llegar hasta uno de
los lugares más fotografiados de Thun, sus puentes de madera medievales que atravesamos mientras veíamos los sistemas que
empleaban a modo de esclusas…
Desde allí emprendimos el ascenso al castillo parando antes en Stadtkirche, una iglesia de color blanco que encontramos cerrada, y junto a la cual hay un mirador desde el que pudimos disfrutar de las mejores vistas del Castillo de Thun.
Castillo de Thun |
Stadkirche |
En un corto paseo de tan solo
unos metros llegamos desde allí a la fortaleza de la ciudad. Un castillo
medieval del Siglo XII de cuatro torreones que vigila la ciudad desde la altura
en la que está ubicado.
Justo a la entrada, antes del acceso de pago, encontramos varios miradores desde los que pudimos contemplar toda la ciudad, las montañas y el lago, y que nos dejaron alguna de las mejores imágenes de la mañana.
Vistas de Thun desde el Castillo |
Decidimos no visitar el interior
del Castillo para aprovechar al máximo las horas de luz, y desde allí, nos
despedimos de la ciudad para ponernos de nuevo en ruta hacia nuestra siguiente
parada, Oberhofen.
El Castillo de
Oberhofen, a orillas del Lago Thun.
Habíamos decidido recorrer el
Lago Thun por su costa norte, con la idea de visitar Oberhofen y las Cuevas de
St Beatus, prescindiendo así de otros lugares situados en la ruta sur como
Spiez, que tendrían que esperar para otra ocasión.
Aquí, a diferencia de Thun, la
visita apenas nos llevó media hora al encontrarnos el acceso al Castillo
cerrado al público.
Aún así, el lugar es de lo más fotogénico. Junto a la fortaleza encontraréis un muelle desde donde poder contemplar las mejores vistas del Castillo junto a las aguas del Lago Thun y donde no pudimos evitar pasar un buen rato.
Aún así, el lugar es de lo más fotogénico. Junto a la fortaleza encontraréis un muelle desde donde poder contemplar las mejores vistas del Castillo junto a las aguas del Lago Thun y donde no pudimos evitar pasar un buen rato.
Oberhofen Castle |
Las Cuevas de St Beatus (o casi) en un entorno de cascadas.
Nos pensamos mucho si visitar las
Cuevas de St Beatus antes de ir. Habíamos leído que el acceso a las Cuevas no
era del todo recomendable para bebés y que la realidad era, que lo mejor de la
visita, no eran las cuevas en sí sino el entorno exterior en el que se
encuentran ubicadas.
Cuevas St Beatus |
Desde el parking en el que
dejamos el coche estacionado hasta el acceso a las Cuevas recorrimos un sendero
bastante empinado que ascendía por el medio del bosque hasta llegar a las
cascadas que se forman en la pared de la roca.
Allí nos encontramos una caída
con varios saltos de agua que nos pareció de lo más bonita y con unas vistas
del Lago Thun espectaculares.
Aunque para ser sinceros, nos
quedamos con las ganas de visitar el interior de las cuevas y, seguramente si
Carla no hubiese sido tan pequeña lo hubiésemos hecho sin dudarlo.
Winderswil, a los pies
del Jungfrau.
Winderswill |
Cuando preparé el viaje tuve
claro que la mayor parte de la ruta la íbamos a destinar a visitar la región de
Interlaken y fue en esa ciudad donde comencé buscando alojamiento para estas
últimas noches en Suiza. Los precios de Interlaken hicieron que pronto
desistiera y, ampliando la búsqueda, di con el Alpinne Inn by Jungfrau Hotel y
con Winderswil, un pueblo precioso, pequeño, tranquilo, y perfectamente
ubicado.
El hotel se distribuye en dos
edificios de dos plantas que rodean un jardín,
y cuenta con habitaciones con terraza y baño privados, con plaza de
parking en la misma puerta del alojamiento y con vistas al Jungfrau.
Vistas del Jungfrau desde Winderswil |
El hotel incluye también en el
precio un desayuno bufé (algo básico) que se sirve en el restaurante de un
hotel de la misma cadena que se encuentra situado a unos cinco minutos
caminando.
Lejos de ser un problema, el
paseo cada mañana hacia el restaurante se convirtió a partir de la siguiente
mañana, en uno de los mejores momentos del día.
Un momento que aprovechábamos para ver casas preciosas decoradas con todo detalle, jardines llenos de flores, además de montones de animales como vacas, ovejas y gallinas que cada día se cruzaban en nuestros paseos matinales…
Un momento que aprovechábamos para ver casas preciosas decoradas con todo detalle, jardines llenos de flores, además de montones de animales como vacas, ovejas y gallinas que cada día se cruzaban en nuestros paseos matinales…
Winderswill |
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